- Antes de leer...
¿Recuerdas qué parte tiene un árbol?¿Qué necesitan los árboles para que puedan crecer?¿Por qué un árbol podría sentirse triste?
- Lee el siguiente cuento...
EL VIEJO
Una
soleada mañana un hermoso pajarillo decidió pararse en una de las secas ramas
de un viejo árbol.
Mientras
el ave limpiaba cuidadosamente su rojo plumaje, escuchó que el árbol se
lamentaba:
-¡Qué
triste me siento! ¡Antes era bello y frondoso, ahora sólo soy un montón de
frágiles ramas! ¡A quién le importa un árbol que no da frutos! ¡Ni siquiera
los niños quieren treparme!
-¿A qué se
debe tanta desdicha?- preguntó el pajarillo al árbol.
-Pues
verás, hace más de dos meses que los dueños de esta casa se fueron y desde
ese día no he probado una sola gotita de agua, si no llueve pronto seguro que
moriré.
-¡Oh! ¡Qué
triste! Quisiera ayudarte, pero no sé cómo, sólo soy un pequeño pajarillo.
-¿Crees
que puedas traerme aunque sea un chorrito de agua fresca en tu piquito?-
Preguntó el árbol.
-¡Claro!-
dijo el pajarillo- ¡Es una excelente idea!, voy a pedir ayuda a todos los
pájaros del rumbo y juntos te refrescaremos ¡Ya verás!
-¡Muchas
gracias pajarillo!- Exclamó el árbol.
Las
palomas, los cenzontles, los jilgueros, las calandrias, y otras aves del
lugar, se reunieron en el río y dirigidas por el pajarillo rojo llevaron en
sus picos agua para el viejo árbol.
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Todos
los días los pájaros regaban con mucha generosidad al árbol. Poco a poco el
viejo árbol recuperó su color, miles de hojas volvieron a crecer entre sus
ramas y su tronco se hizo cada vez más fuerte. Todo él volvió a estar lleno
de hermosas y fragantes flores que pronto se convirtieron en jugosas
manzanas. ¡Qué bello! El árbol volvió a sentirse vivo y frondoso.
La
hermosura y presencia que el árbol daba al patio en el que vivía provocó que
la casa nuevamente fuera habitada. Todos los días la señora de la casa regaba
al árbol y éste cada vez estaba más resplandeciente. Los pájaros felices por
la llegada de la primavera y por la dicha del árbol decidieron organizar una
fiesta en el patio.
¡No!
¡No se paren en mis ramas! ¡Por favor!- dijo el árbol a los pajaritos- Que no
ven que pueden tirar mis hojas, mis flores y mis frutos. A nadie le gustan
los árboles secos. Busquen otro árbol para brincotear, hay muchos por este
lugar. El pajarillo rojo, junto con los otros pájaros, se fueron muy tristes
por la actitud del árbol a quien tanto habían ayudado.
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Poco
a poco, los pájaros se alejaron del patio y dejaron de visitar al árbol. El
árbol continuó hermoso y resplandeciente por un tiempo; pero cada día se
sentía más pesado. Nadie comía ni tiraba sus manzanas. Tenía tantos frutos y
flores encima que sus ramas y su tronco comenzaron a inclinarse. La señora de
la casa pidió a su esposo que cortara el árbol porque en cualquier momento
podría caerse.
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-¿Qué te
pasa viejo árbol? ¿Por qué lloras?- Preguntó el pajarillo rojo.
-¡Estoy
muy triste! ¡No dejé que ustedes tiraran mis flores, ni que comieran de mis
frutos, ahora mis ramas pesan tanto que mi tronco se ha doblado y van a
cortarme!
-No
llores, viejo árbol, nosotros te vamos a ayudar- Dijo el jilguero.
Las aves
comenzaron a tirar las manzanas, las flores y las hojas del árbol. Poco a
poco el viejo árbol se enderezó y los señores de la casa decidieron no
cortarlo. Aunque por un tiempo el árbol sólo tuvo unas cuantas hojas entre
sus ramas, vivió feliz rodeado de pajaritos pues logro comprender el valor
del agradecimiento, del servicio y de la generosidad.
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