LA OTRA ORILLA

Un
día, desde la otra orilla, un niño llamado Nicolás, le hizo señas a
Graciela, pero ella le viró la cara. El niño siguió allí hasta que
finalmente Graciela levantó sus brazos para saludarlo. El niño se sonrió
con ella y ella le devolvió la sonrisa. Al día siguiente, Graciela se
encontró con una sorpresa. En la otra orilla, divisó a Nicolás que tenía
una larga cuerda con un bote que atrechaba el río. Graciela se montó en
el bote. Mientras más se acercaba a la otra orilla, el corazón de
Graciela le latía más y más fuerte. De pronto comenzó a tronar, a
llover, y Graciela sintió miedo. Cuando llegó a la otra orilla, Nicolás
le ayudó a bajar. Sus manos estaban muy tibias. Luego, se guarecieron
bajo el pañuelo de Nicolás y corrieron bajo la lluvia.

Graciela y Nicolás se
hicieron amigos. Graciela se dio cuenta que eran distintos, pero también
muy parecidos. Su amistad era secreta. Ambos tenían un sueño: cuando
ellos crecieran que se construyera un puente sobre el río. De esta
manera, los habitantes de las dos orillas se visitarían millones de
veces y sobre el rumor del río se escucharían los saludos y las risas.
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